Menos democratización para la televisión

Esta semana ocurrió lo inevitable. El Gobierno extendió el plazo establecido para realizar el “apagón analógico” de la televisión, de Julio de este año hasta el 31 de agosto de 2021.

El “apagón analógico”, no es otra cosa que el cese de transmisiones de la TV analógica (la tecnología actual) para ser reemplazada por la TV digital terrestre, la TDT.

Además, la digitalización permite la convergencia de contenidos y plataformas, ya que las señales originales pueden ser retransmitidas por medio de distintos soportes como televisores, PC, Tableta, celulares.

En consecuencia, se produce un ahorro en el uso de las frecuencias radioeléctricas que permitirían obtener más señales de televisión, con menos espectro.

El apagón analógico debe ser el resultado de un Plan de Televisión, ordenado y razonable, responsabilidad absoluta del gobierno que en este caso, siempre miró para otro lado, ya que sus intereses están alineados con Cablevisión y otras empresas trasnacionales.

La TV Digital intenta promover un cambio de paradigma a la comunicación audiovisual en cualquiera de sus plataformas, considerada como una actividad social de interés público. Más allá de sus enormes logros en la parte técnica, lo sustantivo es que instalará nuevas prácticas sociales y culturales. En otros países de Latinoamérica este proceso sigue su curso sin problemas.

Además es importante destacar que la TDT es una plataforma libre, abierta y GRATUITA!!!.

En otras columnas hemos remarcado que una de las plataformas de la televisión digital, la terrestre (la TDT), está en proceso de consolidación en el mundo como uno de los medios más democráticos de acceso a fuentes de información y entretenimiento.

Así se permite desarrollar un medio mucho más participativo, consumando una fuerte intervención en un proceso de inclusión social absolutamente necesario para vastas regiones de nuestro continente, razones que se convierten en incentivos esenciales para promover el desarrollo de las nuevas tecnologías y contenidos necesarios para su implementación.

Pero no es el caso de Argentina, donde el retroceso cada vez se amplifica de manera alarmante, lo que implica cada vez más atraso.